Permitidme que, en la línea esta de relatos apocalípticos, os muestre uno que llegó hasta nuestros días. El hecho de que haya sobrevivido tanto tiempo esta historia no es tanto por su dudosa calidad literaria como por que casi acierta. En una ocasión - aún falta un poquito, pero no mucho - casi sucede de verdad.
Seguro que, cuando veáis la noticia en vuestros ¿televisores?¿monitores? (no estoy seguro ahora mismo de cómo les llamáis a estas alturas) os acordaréis de mi relato.
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Tenía que ser por casualidad: la casualidad quiso que estuviera aquella noche en el laboratorio. La casualidad hizo que se estropeara el mecanismo de retroiluminación del microscopio electrónico. La casualidad, que mirara a la pantalla en ese momento. La casualidad, que me fijara en aquel pulso de luz.
Se trataba de una célula humana. El zoom indicaba quince millones de aumento, lo que mostraba claramente el citoplasma. Intrigado, ajusté los parámetros de nuevo, centrando en la pantalla el objeto luminoso. Incrementé el zoom en otro millón de aumentos.
"Sí," - pensé - "parece como si tuviese luz propia. ¿De dónde vendrá?"
Cerré puertas y ventanas, apagué todas las lámparas del laboratorio, del pasillo, de la escalera... la luz continuaba. Cambié la orientación del monitor, aseguré las cortinas... ahí seguía. Si podía demostrar que emitía su propia luz, éste sería el primer cuerpo intracelular con esas características. ¡ Y donde hay luz hay energía!. Volví a incrementar el zoom del microscopio en otros diez millones de aumentos. La figura luminosa era redonda y emitía una luz rojiza. Otros cinco millones de aumentos y pude ver cómo a su alrededor giraban otros cuerpos más pequeños, reflejando su luz intermitentemente. Pensé en la diferencia de temperatura entre el objeto luminoso y los pequeños cuerpos de alrededor. Debía ser impresionante...
Fijé mi atención sobre un minúsculo cuerpo azulado, que giraba alrededor del gran objeto central. Mientras giraba formando una elipse alrededor del objeto luminoso, giraba también sobre su propio eje, como si alguien hubiera estado jugando al billar en tres dimensiones y lo hubiera lanzado tan lejos como la gravedad del elemento principal lo permitiese. Volví a subir el aumento, maravillado: se trataba de un objeto esférico, y la cara que quedaba oculta a la luz irradiaba también luz propia. Resultaba alucinante observar como, a medida que iba girando sobre sí mismo, las partes que quedaban a oscuras se iban iluminando, y se volvían a apagar al recibir de nuevo la luz directa del gran objeto luminoso. Subí el zoom diez millones de veces. Era realmente excepcional. Al observarlo desde más cerca comprobé que el objeto en sí no tenía luz propia. Miles de pequeñas fuentes de luz se iluminaban en la superficie de la esfera cuando ésta quedaba oculta a la luz del otro objeto.
Tuve que puentear varias conexiones y dejar inoperativos varios sistemas para asignar sus recursos al ordenador central, pero conseguí subir el zoom en otros diez millones de aumentos. Me llamó poderosamente la atención una zona que, cada vez que entraba en las sombras, se iluminaba con un gran círculo de color violeta, único en toda la superficie de la esfera. Gracias al simulador pude comprobar que se trataba siempre de la misma zona. El fulgor violáceo aumentaba ligeramente por cada vuelta de la esfera. Necesitaba más recursos si quería acercarme más aún. Desconecté todos los sistemas auxiliares y los asigné al sistema principal.
Al cabo de poco rato pude observar como de otra parte de la esfera se elevaba una fina columna rojiza, para volver a caer en otro lugar diferente del cuerpo. Al instante, desde la zona donde había caído la estela, se elevaron docenas de estelas iguales en dirección al sitio de donde procedía la primera. Antes de que llegaran, volvieron a elevarse docenas desde el primer sitio. Fue increíble ver como se cruzaban las estelas en el aire, sin chocar entre sí. Al tocar superficie las primeras estelas, observé que a su alrededor crecía una graciosa nubecilla de vapor. Eran tantas que la zona entera se cubrió de vapor irisado. No se había disuelto cuando el segundo grupo tocó suelo a su vez. En este caso fue aún más espectacular, porque donde cayeron estaba a la sombra. Todas las lucecillas que salpicaban la zona se apagaron al instante, y esta vez cada nube de vapor venía precedida por una hermosa luz anaranjada. Cuando las nubes se juntaron, toda la zona quedó iluminada de color naranja. Estaba maravillado con la hermosa reacción en cadena, pero sospechaba que necesitaría más definición para poder explicar tan extraños fenómenos. Y esto significaba dinero. Con lo que acababa de descubrir, el Instituto me concedería un aumento de la beca. Ya me veía recibiendo el Nóbel: "Científico del Instituto Astrofísico de Palo Alto, California, descubre las partículas intercelulares capaces de explicar las leyes que rigen el Universo." Decidí avisar al director del área de investigación para mostrarle la extraña esfera. Después podría pedirle el aumento.
Nada más salir al pasillo, supe que algo no iba bien. Una luz violácea inundaba todo el edificio. Me acerqué al amplio ventanal. Eran las dos de la mañana, y la luz violeta inundaba hasta donde alcanzaba la vista. "Estoy soñando" - pensé. En la planta baja encontré a la secretaria del director, que bajaba corriendo las escaleras. "Sara, ¿qué sucede, por qué corres?" - le grité antes de que se escapara por la puerta lateral. Sara se detuvo apenas un instante para gritarme: "¿No has visto el cielo? ¡La guerra acaba de empezar! Toda la Costa Este ha sido arrasada y una gran nube radioactiva se dirige hacia aquí. ¡Moriremos todos, esto es el fin! "
Me precipité escaleras abajo hasta mi despacho. No podía permitir que mi descubrimiento desapareciera conmigo. Comencé ha redactar un mensaje. Si lo enviaba a toda mi libreta de direcciones, alguien lo recibiría... Me interrumpió el jefe de seguridad, que venía - literalmente - barriendo todos los despachos y echando a todo el personal:
- "¿Qué haces aquí todavía? ¿No sabes que la guerra ha comenzado? Para colmo, el microscopio electrónico está a punto de estallar. Se ha producido una reacción en cadena porque alguien ha colapsado el sistema de aumentos, consumiendo todos los recursos del sistema; los servidores de seguridad han sido desconectados... ¡Corre, va a explotar!"
- "¡Tengo que enviar este informe antes de que la nube llegue aquí. No permitiré que este descubrimiento quede en el olvido!" - le grité mientras machacaba furiosamente el teclado.
- "No saldrá. Alguien ha reasignado los recursos del servidor de correo al servidor de imágenes del microscopio. ¡Olvídalo y corre!" - me gritó mientras corría hacia la salida.
Como cada mañana, Robert recogió el periódico y se sentó ante el café, que le esperaba humeante. Comenzó a leer, somnoliento. Segundos después estaba despierto como si llevara horas levantado:
Diario de Sydney Martes, 19 de diciembre de 2006.
LA GUERRA HA COMENZADO. EL FIN DEL MUNDO ES INEVITABLE
A estas horas, los Estados Unidos de América se encuentran bajo una nube radioactiva. Todo el continente americano está afectado, y la nube se desplaza a gran velocidad por el Pacífico. Se calcula que estará aquí en menos de catorce horas.
Todo comenzó cuando el Sistema Automático de Defensa de los EEUU (SAD) detectó un aumento irracional de radioactividad en Palo alto, CA. El sistema reaccionó en menos de diez segundos, enviando una andanada de misiles intercontinentales a Moscú, Pekín y Seúl. Los chinos y los coreanos no llegaron a reaccionar, pero desde la estepa siberiana partieron inmediatamente cincuenta misiles dotados de cabezas nucleares, que impactaron en Washington, New York y las principales ciudades de la costa este americana a las 08:06 a.m., hora local. La inmensa nube radioactiva recorrió todo el subcontinente en menos de cuatro horas. Se calculan en millones los muertos sólo en los EEUU.
Al cierre de esta edición, la nube llevaba recorrido un tercio del océano. Se calcula que llegará aquí esta misma tarde. El gobierno ha decretado el estado de excepción. Se recomienda a la población que no salga de sus casas. Nada se puede hacer para evitar la hecatombe. Europa, Asia y América del Norte yacen ahora mismo sometidas a temperaturas cercanas a los 300º C. Las comunicaciones intercontinentales están interrumpidas.
Sólo nos queda rezar.
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